Piratas y Corsarios

Una nota sobre las huellas que piratas, corsarios, filibusteros y bucaneros han dejado en nuestras bibliotecas. Para leer bebiendo ron y dando vuelta las páginas con un garfio. ¡Por las barbas de Satanás!

por Pablo Martín Cerone


DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE PIRATAS


Puede decirse casi sin lugar a dudas que la piratería existe desde que existe la navegación. Si nos circunscribimos al Mediterráneo Oriental encontramos que, como se puede comprobar unas líneas más arriba, ya hay referencias en los primeros monumentos literarios de Occidente, la Ilíada y la Odisea: estamos hablando de hace alrededor de tres mil años.




Hasta donde sabemos, la palabra pirata (peirato) fue usada por primera vez en el año 140 A. C. por el historiador Polibio. Plutarco, hacia el 100 de nuestra era, da la primera definición que podemos reputar clara: los piratas son aquellos marinos que atacan sin autorización legal no sólo barcos, sino también ciudades costeras.

Esta definición es tan útil que incluso permite caracterizar qué es un corsario con la simple operación de obtener una autorización legal: un documento llamado patente de corso, otorgado por un estado, que autoriza a un particular o particulares a atacar barcos y puertos enemigos, usualmente compartiendo el botín. (Para más datos, ver la nota "El corsario albiceleste: Hipólito Bouchard")




Para las víctimas, está claro que la importancia de estas distinciones terminológicas fue siempre bastante relativa. Empero, todavía nos quedan bucaneros y filibusteros. Ambas palabras pueden ser usadas como sinónimos de pirata pero solamente en el ámbito del Caribe; no hay bucaneros del Mar de la China Meridional o filibusteros de Argel.

En una imaginaria biblioteca de historias marinas, hospitalaria con obras tan diferentes como la Odisea, "Robinson Crusoe" y "El barco ebrio", habría sin duda vastos anaqueles destinados a las ficciones literarias sobre piratas y corsarios, que son el objeto de este informe. Ésta no pretende ser una lista exhaustiva, ni se extiende tanto como para considerar, por ejemplo, las historias sobre corsarios berberiscos incluidas en el Quijote, ni las space-operas sobre piratas del espacio interplanetario.

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